
Diez y media de la noche, y el concierto de Alejandro Sanz estaba a punto de empezar. Yo había ido con una amiga y estábamos súper ilusionadas, porque era la primera vez que íbamos a ver a Alex en concierto… ¡no habíamos dormido en muchos días de los nervios que llevábamos!
Llegamos como seis horas antes, por lo menos, para pillar buen sitio en las primeras filas, pero hubo chicas que estaban allí desde hacía más tiempo aún, así que nos tuvimos que conformar con estar entre las diez primeras filas. Pero igualmente, tuve tan mala suerte que, cuando Alejandro se puso a entonar Tiene que ser pecado, la canción con la que inició el concierto, la chica de delante se subió a los hombros de su novio y me dejó sin ver absolutamente nada. ¡No me lo podía creer! Hay gente súper egoísta… y aunque le pedí que se bajara, porque si no las demás no veíamos nada, la muy asquerosa pasó de todo.
Yo ya empezaba a cabrearme y mi amiga también. Al lado nuestro había un chico monísimo que había ido solo al concierto. Como vio que yo estaba súper mal, me propuso que me subiera a sus hombros. Yo le dije que no, porque si no, molestaría también a las chicas que había detrás de mí y no me parecía nada justo. Entre canción y canción nos presentamos y hablamos un poco. Se llamaba Juan y le encantaba la música de Alejandro Sanz, pero, como no tenía novia, no había logrado convencer a nadie para que lo acompañara. Me pareció genial que un chico no tuviera vergüenza de reconocer que le molaba la música romántica y sentimental. Debía de ser súper sensible y aquello me gustó y mucho. Empecé a sentirme atraída por él enseguida.
Y CUANDO NADIE NOS VEÍA
Juan se sabía todas las canciones de memoria y a la que Alex empezó a cantar Cuando nadie me ve, Juan me cogió la mano y me la apretó fuerte contra él. El concierto estaba a punto de terminar y cuando llegó la última canción, no se lo pensó dos veces y me subió a sus hombros. »No puedo consentir que te pierdas también la última». A mí se me puso toda la piel de gallina y sentí un escalofrío muy profundo en mi estómago. Es más, aunque parezca una barbaridad, al notar que mi sexo estaba tan cerca de su cabeza, empecé a excitarme.
Y cuando la música dejó de sonar, me bajó y nuestras bocas quedaron tan sólo a unos centímetros de distancia.
Mi amiga enseguida notó lo que nos pasaba a Juan y a mí, y me dijo que ella iba saliendo porque se agobiaba. Me había quedado a solas con Juan. Bueno, a solas pero rodeados de un montón de gente, aunque realmente no existía nadie más en aquellos instantes. Me sentía súper atraída hacia él y quería hacer de escort valenciana para él. Quizá por lo cerca que había estado de él o por el morbillo que me daba que tuviera las narices de ir solo a un concierto donde casi todo son chicas. ¡Juan me atraía muchísimo! Nos quedamos como tontos, allí, al lado del escenario, mientras la gente iba saliendo del recinto.
Cuando los seguratas se descuidaron un momento, Juan me cogió fuerte y me arrastró hasta debajo del escenario. Me quedé súper sorprendida, no sabía muy bien qué pasaba, sólo ore] susurro de sus palabras: «Yo quiero el aire que tiene tu boca, yo quiero el aire aquél que vive en ti…». Y mientras lo decía empezó a besarme primero suave y luego más apasionadamente. Estábamos encogidos porque teníamos muy poco espacio, y me subí encima de él para notar más su cuerpo, mientras nos seguíamos besando como si fuera la primera vez que le dábamos un beso a alguien. Su sexo estaba erecto y cuando lo noté entre mis piernas casi me muero de placer.
Ninguno de los dos tardó mucho en saberlo que iba a pasar a continuación, porque era evidente que los dos lo deseábamos con una fuerza increíble. Me quitó la ropa interior que se deslizó por mis piernas debajo de mi falda y noté cómo sus manos acariciaban la parte interior de mis muslos. Le desabroché el cinturón y los botones de sus tejanos y frotamos nuestros sexos antes de ira por todas. Él lamía mis pechos y yo cada vez podía disimular menos mi excitación. Creo que nunca había deseado algo con tanta fuerza. Me estaba entregando a él como su puta de valencia.
Sacó un preservativo del bolsillo trasero de su pantalón, se lo puso él mismo en un segundo y me tumbó en el suelo para penetrarme mejor. Cuando noté su pene en mi interior ya no pude dejar de moverme para conseguir todo el placer que me fuera posible y a él parecía gustarle y excitarle mogollón. Lo sentía de una manera súper intensa, porque la química entre los dos había sido brutal desde el principio. Yo tenía que contenerme para que mis gemidos no se oyeran desde fuera, aunque la verdad es que tampoco podía evitarlo del todo. Y entonces tuvimos un orgasmo a la vez, de esos irrepetibles que duran y duran…
Lo que vino después no fue muy romántico dada la situación, porque tuvimos que salir pitando de arpara que no nos pillaran. Juan estaba súper cariñoso conmigo y me dijo que había sido la mejor experiencia de su vida… Para mí también lo había sido, la verdad. Salimos en busca de mi amiga, que ya se olía lo que había ocurrido y por eso no se enfadó conmigo, aunque la había dejado colgada durante un buen rato. Antes de despedirnos, Juan me dio su número de teléfono y yo no dudé eh llamarlo esa misma noche. Como él vivía relativamente cerca de mi casa, nos vimos al día siguiente y al otro, y desde entonces nos hemos visto cada día en los últimos dos meses.
Nos queremos cantidad y la química sigue siendo el punto fuerte en nuestra relación. Y yo sigo pensando en aquella noche y en que »tiene que ser pecado, tiene que ser delito, hacer el amor como anoche lo hicimos». Nunca pensé que las letras de Alejandro Sanz pudieran encajar tan exactamente en mi vida…