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La nota misteriosa

La nota misteriosa

Estaba , como siempre, junto a mi amiga Carmen pasando la noche del sábado en la disco que estaba cerca de nuestras casas. No era el plan más emocionante, pero no estaba mal. Era muy cómodo no tener que coger ningún transporte para llegar a casa y poder ir a pie. Además, las dos teníamos la sensación de que algo emocionante nos pasaría algún día en aquella disco. Por veteranía y por ser clientes fijas, nos lo merecíamos. Pero lo cierto es que allí siempre iba la misma gente y conocíamos de sobra a todos los chicos que habitaban el lugar.

Eran majos y bastante simpáticos, pero ni mi amiga ni yo habíamos tenido nunca ningún ligue con ninguno. Era como si todos fuésemos hermanos. Por eso, cuando entraron por la puerta de la disco dos chicos nuevos y muy atractivos, nos quedamos las dos como paralizadas por la emoción. Eran monos, parecían mucho más modernos y estilosos que el resto de chicos y tenían un «no-sé-qué» que les hacía especiales.

Así, Carmen y yo decidimos «atacar» , salir a la pista y ponernos a bailar con ellos, sin disimulos. Nos acercamos a ellos, nos hicimos notar y bailamos de la forma más sensual que pudimos. Ambas nos las arreglamos para chocar con ellos, de manera poco disimulada, para luego pedirles perdón, claro. Nos estábamos insinuando a saco y no nos importaba porque hacía mucho tiempo que no nos lo pasábamos tan bien. Pero sólo uno de los chicos parecía estar un poco interesado en nosotras, el más mono.

La nota misteriosa

LA SORPRESA DE LA NOCHE

Estábamos ya cansadas de tanto bailar cuando uno de los chicos se retiró de la pista durante un buen rato. Le eché en falta, aquél era el que más me gustaba. Así, me dispuse a regalarle la más seductora de mis sonrisas al chico que había regresado de nuevo a la pista y, entonces, él me sorprendió: sin mediar palabra, me puso una nota en mi bolsillo y se largó. Aquello me dejó alucinada. Salté de la pista y me dispuse a leer la nota de inmediato: «Hoy hay fiesta en mi casa. Ven, por favor. Si note apetece, quedamos otro día, pero llámame igualmente». Firmaba José y dejaba un número de móvil. Me chifló tanto el detallazo del chico que se lo conté a mi amiga y le dije que pensaba llamarlo enseguida, ¡aquella noche ya teníamos una fiesta en la que desmadrarnos! Ella me sugirió que le hiciera sufrir un poco y que no le llamara hasta mañana. Le dije que pasaba de hacerle sufrir: aquel chico me había gustado un montón y, por lo visto, yo a él también. Había que aprovecharla ocasión.

Mi amiga se desmarcó del plan y yo me dispuse a llamar a José. Su voz sonó potente, viril. Cuando me identifiqué, él me dijo muy seguro que ya sabía que llamaría y que llevaba esperando mi llamada desde hacía rato. Me pasó su dirección y dijo: «te espero». ¡Uuuauu! Un escalofrío de nervios corrió por todo mi espinazo. Sé que parece un plan algo extraño: yo no conocía de nada a ese chico e iba dispuesta a quedar en su casa… Pero en fin, algo me decía que podía confiar en él.

Así, no me lo pensé dos veces, cogí un taxi y me planté en su casa. Allí, José me esperaba en la puerta y me recibió con dos besos. Se excusó un poco por haberme invitado de esa forma y no haberse atrevido a hablar conmigo. «Soy muy cortado. Además pensé que el misterio de la nota te gustaría…», dijo medio riendo. Aquello cortó un poco el hielo e hizo que me relajara. Pues me sentía algo tensa e intimidada por lo desconocido de la situación. Entonces entré con él en la fiesta y allí había mogollón de gente. José me los presentó a todos y no me dejó sola ni un momento. Estuvo pegadito a mí, como si yo fuese su chica. Aquello me encantó y me hizo sentir especial. Volvimos a bailar de nuevo y me di cuenta entonces de que sentía algo muy fuerte por José y que él me miraba con ojos de deseo. Sus manos se perdieron pronto por mis caderas y me hicieron estremecer de gusto. Pronto sentí como sien esa casa no hubiese nadie más que él y yo y el despertar de nuestra atracción.

Fue José quien empezó a insinuarse a saco y a tirarme los tejos. »,Por qué no bailas como lo hacías en /a disco y te acercas más a mí?», dijo acercándome a su cuerpo. Estuvimos así pegados, rollo «Lambada», durante un buen rato y ambos empezamos a desinhibirnos y a darnos mucho calorcito. José me estaba poniendo a cien y mi corazón latía con más fuerza que nunca.

Entonces, él sugirió que nos fuésemos a su cuarto, que allí estaríamos más tranquilos… Yo le seguí encantada. Y fue cerrar la puerta de su cuarto y besarnos. En ese momento, nada me parecía más excitante y placentero que juntar mis labios a los suyos. En un segundo me convertí en su puta valenciana, su escort de lujo venida de Valencia en Taxi. Nuestro beso fue súper tórrido y muy largo. Los dos nos sonreímos, pero pronto nuestras lenguas volvieron a enredarse en un juego de besos húmedos y calientes, que despertó todo nuestro erotismo.

No había vuelta atrás. José empezó a dibujar todo mi cuerpo con sus manos y acarició dulcemente las partes más erógenas: mi cuello, mis pechos, mi ombligo… Primero los acarició y después los besó dejando resbalar sensualmente su lengua por mi piel.

Entonces, él me sentó en su cama y se arrodilló delante de mí. «Déjame tocarte», me susurró al oído. Entonces, sorprendida por lo rápido que iba todo y por lo relajada que me sentía, me entregué al placer y dejé que me acariciara…

Él desabrochó entonces mis pantalones y resbaló sus dedos en mis braguitas. Allí, José buscó el punto exacto de mi placer y me acarició y estimuló de tal forma que enseguida sentí un electrizante orgasmo que sacudió todo mi ser. Sin dejar de rozar mi sexo, José me arrastró consigo a la cama y me tumbó junto a él. Me quitó la ropa y entonces, se apresuró a colocarse un preservativo y se fundió en mí. Todo fue muy rápido pero súper excitante. Nunca nadie me había hecho el amor de esa forma. Fue grandioso.

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