Permalink

0

Todo empezó con un beso

Todo empezó con un beso

Lo mío con Luis empezó con un juego y con un beso. Nunca me había fijado en él: para mí era uno más del grupo; además, salía con Katia, desde hacía tres meses y parecía que lo suyo con ella iba bastante bien. Por eso, ni tan siquiera ese día en el que jugamos a las prendas y Luis tuvo que darme un beso en la boca,-con lengua incluida-,tampoco me fijé demasiado en él.

O, quizás, sí, pero inmediatamente me lo saqué de la cabeza, pues yo no soy de esas que van levantando novios a sus amigas y conocidas. Lo que sí tengo que reconocer es que me gustó cómo besaba: fue una grata sorpresa que, seguramente, despertó, -en principio y de un modo semiconsciente-, mi interés sexual por él. Aunque al terminar aquel beso que a punto estuvo de «ponerme en pie de guerra…», dije en mi mente «NO».

Aún así, y aunque continué haciendo mi vida como si nada hubiera pasado, pues en realidad era así, cada vez que lo miraba no podía remediar acordarme de su beso, del movimiento de su lengua y de las chispas que hizo saltar en mí. Tengo que decir que ese día Katia no estaba y aunque a Marcos, -el mismo que había impuesto este pago de prenda a Luis- le faltó tiempo para contárselo a ella, Katia no pareció tomárselo muy mal; sin embargo, no desaprovechó la más mínima ocasión que tuvo para decirme, -de buen rollito y con una sonrisa en la boca: «Bueno, Espe, espero que no te hayas hecho adicta a los besos de Luis porque sólo son para mí». Evidentemente yo le responden el mismo tono y siguiendo la misma tónica un tanto cínica, «… es todo tuyo, Katia, yo paso, mi meta está en otro lugar», le dije, también sonriendo. Y aunque continuamos tan amigas como siempre, yo notaba que Katia, a pesar de que disimulaba, me observaba tanto como a Luis; noté que estaba celosa y eso me hizo sentir mal porque yo no quería malos rollos con nadie y meros con la gente del grupillo.

Después, me enteré por Esther, otra amiga a la que ella solía hacerle confidencias, que así era: que desde que pasó eso del beso entre Luis yyo, ella se había puesto súper celosa y no se fiaba un pelo de mí; la verdad es que Katia y yo nos llevábamos bien, pero tampoco éramos lo que se dice íntimas. Además, era una chica de esas que aunque tiene amigas, siempre va a la suya. Todas las del grupo ya sabíamos de qué palo iba, pero la aceptábamos porque tan poco era mala tía y, además, era muy divertida en según qué momentos.

Yo ni imaginé que ese beso fuera a ser tan trascendente en la historia de Luis y Katia. En cambio, Marcos sí: él sabía como era Katia de celosa y planeó esta historia para provocar la ruptura entre ella y Luis, pues él iba a por ella desde hacia mucho tiempo. Ni tan siquiera pude creerlo cuando Luis me contó la verdad de lo que había pasado porque Marcos, en un momento de arrepentimiento total, le confesó que lo había hecho a propósito y que lo perdonara. Pero resultó que ya, en ese momento, entre él y Katia las cosas estaban mal, tanto, que se habían dado un tiempo y, por lo visto, él ya estaba pensando en mí. Según me dijo cuando ya nos enrollamos, fue la propia Katia, con sus celos, la que hizo que se fijara verdaderamente en mí, pues a él le había ocurrido lo mismo que a mí, el día de nuestro célebre beso: le había gustado, había sentido algo especial, pero se había dicho también: «No, está Katia y me gusta».

Todo empezó con un beso

QUERÍA SER SUYA

Pero nuestro destino era enamorarnos y así sucedió. Tras dejarlo con Katia, Luis se fue acercando a mí cada día un poco más y me dijo: «Quiero volver a besarte, no sueño con otra cosa desde aquel día…». Fue todavía más bonito, más impactante y chispeante que el primero porque ahora Luis ya me gustaba y mucho: él había sido mi gran descubrimiento porque nunca pensé que fuera como es, tan igual a mí, tan afín.

Hasta conocerlo a él no me había planteado nunca hacer el amor con ninguno de los chicos con los que había salido o me había enrollado: nunca se me había pasado por la cabeza. Pero con Luis percibí que quería hacerlo, que quería sentirlo dentro de mí y entregarme a él, en cuerpo y alma, a los dos meses justos de salir: ni tan siquiera pensar que hacía muy poco tiempo que salíamos frenaba mi deseo, ni me hacía dudar.

Decidimos que íbamos a hacerlo y aunque para mí era la primera vez, no era así para Luis por lo que me hizo sentirme segura, tranquila y confiada en todo momento. Además, Luis es muy cariñoso y siempre me demuestra mucho sus sentimientos, por lo que en todo momento no paró de repetirme cuánto me quería, cuánto le gustaba estar allí conmigo y cuánto le gustaba yo en todos los aspectos: me hizo sentirme perfecta, como una pequeña diosa del Olimpo.

Todo ello hizo que yo me entregara a él totalmente, por lo que hasta la más mínima de sus caricias, el más mínimo roce de su lengua o sus manos sobre mi piel me provocaron verdaderos oleajes de placer…

Sentí su lengua lamiendo mi pecho, mi abdomen, mi pubis y… hundirse sobre mi clítoris, algo que me hizo subir al cielo como nunca antes: ese día supe lo que era sentir de verdad.

Después de elevarme al cielo de mi placer con su lengua sobre mi sexo y como si se tratara de un ritual de amor, le coloqué el preservativo sobre su sexo erecto y él abrió mis piernas y besó mis muslos hasta llegar a mis ingles y una oleada de sensualidad me inundó.

Tras este momento de intensidad, sentí como me iba, ya, penetrando. Y ante aquel primer contacto profundo entre él y yo, supe que Luis iba a ser muy importante en mi vida: y así es, pues llevamos ya dos años juntos.

En definitiva, fue fantástico hacerlo con él, porque no sé si fue porque yo estaba muy entregada a él que no sentía penas dolor: tan sólo surgió un poco de sangre y nada mas.

Deja una respuesta

Los campos obligatorios están marcados con *.


Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.